viernes, 1 de abril de 2011


 Otro ejercicio del taller. Este lo estoy mejorando, esta es la versión entregada solamente. Nunca tuvo título



Agustín esta hablando por teléfono celular mientras se desplaza por la habitación. La charla está empezada.

AGUSTÍN: No se si puedo. No me gustaría mezclar las cosas... Ya se, pero si alguien se llegar a enterar voy a tener que dejar mi trabajo... Pero mi mujer me va a dejar, voy a ser una vergüenza para mis hijos... No, por supuesto que no quiero que termine... Si, tenés razón, pero ¿Hoy?... (Suena el timbre) Si, ya se… pero no puedo pensarlo así tan rápido. Estoy arriesgando mucho... (Vuelve a sonar el timbre) No se, puede ser.

BEATRIZ (vos en off): Se que estás ahí, no te hagas el boludo, escucho que estas hablando.

AGUSTÍN: La concha de la lora… (A la puerta) ya va. (Al teléfono) Tengo que colgar... Bueno, está bien. Supongo que en un rato ya estoy libre.

Cuelga el teléfono y va hacia la puerta. La abre. Entra Beatriz sin ser invitada.

BEATRIZ: Te hacías bien el boludo.
AGUSTÍN: Estaba hablando por teléfono. Era algo importante.
BEATRIZ: ¿Mas importante que yo?

Agustín no contesta. Silencio

BEATRIZ: Es un chiste ¿Quién era?
AGUSTÍN: Del trabajo.
BEATRIZ: Estos pelotudos que no pueden atarse los cordones sin tu supervisión. ¿Por qué no los mandás a la mierda?
AGUSTÍN: Porque vivo de eso. Además me pagan muy bien.
BEATRIZ: Si, cierto. Por eso mismo es que tenés el placer de mi compañía. Todavía no me pasaste la plata de este mes.
AGUSTÍN: Pero si recién hoy es primero.
BEATRIZ: Por eso. Esperé hasta las tres que cierran los bancos y todavía no la mandaste.
AGUSTÍN: Sos insoportable la verdad. ¿Qué querés que haga? Los bancos ya están cerrados y no tengo la plata conmigo.
BEATRIZ: Nada, quería recordarte que tenés hijos y que les tenés que dar de comer. ¿O te querés hacer el padre abandónico?
AGUSTÍN: Mirá, te voy a hacer un cheque, lo podes cobrar mañana mismo cuando abran los bancos.

Agustín se acerca a su escritorio y empieza a escribir el cheque. Beatriz lo sigue y lo abraza desde atrás. Agustín se deja abrazar. A medida que hablan Beatriz va intensificando el toqueteo.

BEATRIZ: Ya que estoy acá podemos recordar viejos tiempos.
AGUSTÍN: Ya me parecía, sos una yegua.
BEATRIZ: Ya sabés lo que pasa cuando no tengo plata. Me pongo un poco cachonda.
AGUSTÍN: No, ahora no. Yo me volví a casar.
BEATRIZ: (ríe estrepitosamente) ¿La boludita esa? ¡Si es una frígida! Seguro que llegó virgen al matrimonio.
AGUSTÍN: Eso a vos no te importa. Además estoy esperando a alguien
BEATRIZ: Con más razón, hay que apurarse. Igual la duración nunca fue tu fuerte, vos sabes lo que me vuelve loca. Dale, ponete la ropa.
AGUSTÍN: ¿Con ropa y todo? Pero así vamos a tardar mucho.
BEATRIZ: Bueno, la peluca solamente entonces.
AGUSTÍN: ¿Me prometes que después te vas?
BEATRIZ: Palabra de yegua. Vamos a la habitación
AGUSTÍN: ¿Eso que quiere decir? Mejor nos quedamos acá
BEATRIZ: Queda a tu criterio.

Se besan. Agustín aparta a Beatriz y sale. Mientras Beatriz se acomoda lo más sensualmente posible Agustín vuelve con una peluca rubia de rizos perfectamente cuidados. Se comporta diferente, más audaz.

AGUSTÍN: ¿Es nueva esa peluca? No te la conocía. ¿La otra también es una pervertida hija de puta como yo? Vos no aprendés más, siempre elegís minas iguales.
BEATRIZ: Callate, simplemente callate. No arruines el momento con tus comentarios de víbora.
AGUSTÍN: Si, lo admito. Soy una víbora. Salvaje y venenosa.
BEATRIZ: Lo se, mi yegüita. Yo se lo que te conviene. Yo te voy a educar.
AGUSTÍN: ¿A si? ¿Cómo vas a domar a esta bestia?
BEATRIZ: Seré el medico, seré el maestro. Y seré el que te va a partir el vitró.
AGUSTÍN: Si, eso es lo que me gusta, un hombre con los pantalones bien puestos.
BEATRIZ: Ven y hazme tuya.
AGUSTÍN: Ya sos mía.
BEATRIZ: Si, lo que vos digas pero vení para acá.
AGUSTÍN: (se va acercando) Siempre volvés a mí. Siempre me andás buscando. Te tengo dominada. Necesitas de mí para poder satisfacer tus necesidades. Sos completamente dependiente.
BEATRIZ: No hablemos de eso. Ahora es tiempo de coger. Mañana solucionaré mis problemas psicológicos.
AGUSTÍN: Vos lo pediste, ahora te jodes… mi amor. (La toma de los hombros y la revolea por la habitación.) Y ahora Venís buscándome, provocándome, seduciéndome.
BEATRIZ: Me estás lastimando. Cuidado
AGUSTÍN: Es lo que vos pediste. Yo también soy una bestia. Lo único que le falta a mi mujer es esa parte animal. Esa pasión calcitrante. Ese fuego, ese calor que emana del cuerpo. Esto es solo lo que vos querías.
BEATRIZ: No, yo no lo quería así, no tan fuerte.
AGUSTÍN: Ya no es mi problema, vos me incitaste.

Se va sobre ella y comienzan a hacer el amor.

BEATRIZ: (entre gemidos) ¡Si dios, cuanto necesitaba esto!

Suena el timbre en medio del coito. Agustín se sobresalta de tal manera que se pone de pie y empieza a correr por todos lados. Se saca la peluca

BEATRIZ: ¿Qué pasa?
AGUSTÍN: Te dije que esperaba a alguien. Y ya está acá. ¿Qué hago ahora?
BEATRIZ: Bueno, tampoco es para tanto.
AGUSTÍN: ¡Si que es para tanto! Ahora… Sali por la ventana. (A la puerta) ¡Ya va!
BEATRIZ: ¿Me estás jodiendo? Estamos en un tercer piso. Decile que vengan en media hora y terminemos con esto que a mi todavía me falta.
AGUSTÍN: No. No puedo decirles que vengan antes. No, son gente importante. No puedo hacerles eso. Escondete en el baño.
BEATRIZ: Ni en pedo.
AGUSTÍN: Si, por favor. Metete en el baño. Hago lo que vos quieras.
BEATRIZ: (dudando) Bueno… pero ya sabes lo que te voy a pedir.
AGUSTÍN: Si, lo que quieras.

El escenario oscurece mientras un solo foco apunta a un inodoro donde Beatriz se sienta. Intenta escuchar lo que ocurre en la otra habitación.

BEATRIZ: ¿Quién es? ¿Por qué tanto misterio? ¿No se habrá traído a otra minita? Ja, tres tiene. La verdad que lo ves y no das dos mangos, pero resultó flor de semental.
¿Cómo es posible que me haga esto? ¡Que hijo de puta!
No, creo que es una voz de hombre. ¿Puto? No me sorprendería que termine siendo puto. A fin de cuentas es un blandengue, dominado, pollerudo.
No se… me coge con unas ganas… no creo que sea puto.
Aunque le encantan las pelucas. Y esa no se la conocía. La debió comprar después de que nos separamos y sinceramente no la veo a la boludita frígida con fantasías pervertidas ¡Es una Susanita! No se que le puede ver a esa, mas aburrida imposible.
No llego a entender nada, la puta madre. ¿Y si salgo? Si, ya fue. Salgo y me hago pasar por su mujer ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué se enoje conmigo? Si no puede enojarse conmigo, puedo hacer con él lo que quiera. Igual lo voy a hacer quedar bien, Que ande con semejante mina como yo.

Beatriz sale del foco de luz de manera “casual” y todo el escenario vuelve a iluminarse. Agustín está completamente vestido de mujer sentado de manera provocadora. Cecilio tiene un grabador de mano a la vista y un anotador. Ambos quedan congelados con la entrada de Beatriz.

AGUSTÍN: (Salta de su silla) ¡Querida, pensé que te habías ido por el inodoro! (ríe de manera exagerada y fingida).
BEATRIZ: ¿Qué está pasando acá?
AGUSTÍN: Ay mi amor, no me digas que me olvidé de contarte que me iban a hacer una entrevista. Te presento al señor…
CECILIO: (poniéndose de pie) El señor Cecilio Mojaneda. (Le besa la mano)
AGUSTÍN: El señor viene de la revista DeMos! la parte argentina por supuesto. Viene a hacerme una entrevista por mi fabuloso espectáculo.
CECILIO: Así es Señorita Miss Understood. Una verdadera revolución sexual sin precedentes en este país. Es increíble que su show sea tan concurrido.
Y con nuestra ayuda su show de Drag queen va a despegar a la fama, a nivel nacional. Esta entrevista es espectacular. Nunca me hubiera imaginado que fuera una persona tan fascinante y al mismo tiempo profunda.
AGUSTÍN: No sigas que me vas a sonrojar picarón.
BEATRIZ: que bueno, me alegro por vos… querida.
AGUSTÍN: Disculpala por la falta de entusiasmo, es que está medio rara hoy. No se siente muy bien, creo que tiene fiebre la pobre. (Beatriz se sienta en una silla sin entender nada)
CECILIO: No hay problema, por supuesto. Justo estaba por preguntarle si vivía sola, en pareja o que.
AGUSTÍN: ¿Cuántas veces tengo que pedirte que me tutees?
CECILIO: Bueno, ¿Vivís sola? ¿Estés en pareja?
AGUSTÍN: ¿Me estas proponiendo algo? Mira que ya te aclaré. Que tenga tacos altos y peluca no quiere decir que sea homosexual.
CECILIO: (riendo) Sos terrible Miss Understood, sos terrible.
AGUSTÍN: Una hace lo que puede. Ahora vivo en pareja con esta preciosidad. No estamos legalmente casados y la verdad que no lo necesitamos.
CECILIO: (a Beatriz) ¿Y como es vivir con alguien con una doble vida?
BEATRIZ: Es… llamativo.
AGUSTÍN: Ay Cecilios espero que ya tengas suficiente de mí… por hoy. Creo que voy a tener que vestirme de enfermerita para cuidar de esta enfermita.
CECILIO: Por supuesto Miss Understood. La verdad que espero que algún día esto se repita. Estoy seguro que no llegué a conocer ni un poquito de vos.
AGUSTÍN: Ah querido, el paciente será recompensado.

Agustín acompaña a Cecilio a la salida mientras hablan trivialidades y se despiden amablemente. Cuando Cecilio sale Agustín se saca la peluca y se sienta, en silencio, al lado de Beatriz.

Beatriz: (Comienza a reírse paulatinamente hasta terminar en una carcajada incontrolable) Ahora vas a tener que cogerme. Cuando se me cante el orto.

martes, 15 de febrero de 2011

Fama

Esto fue el primer ejercico de un taller de dramaturgia que estoy haciendo. Todavía no está corregido ni nada... pero ya fue.
La idea era hacer un autorretrato desde la dramaturgia. Así que hay que ver quien me conoce más después de leerlo.


Este pibe es bárbaro. Yo lo conocí el jueves. La verdad que sin palabras… un capo.
Yo, obviamente, estaba en lo mío y lo menos que me esperaba era que me hablara.
Es bárbaro el pibe.
Yo lo miré y… es bárbaro. Me dice “permiso”. Yo me quedé mirándolo. No entendía nada. Pero él se quedaba ahí, como esperando que me corra. “Permiso” me volvió a pedir… bárbaro. Yo no podía estar más sorprendido. “¿Sabes quien soy?” le pregunté. Y ahí me miró, te juro que no me había reconocido a primera vista, aunque no lo creas.
Hizo un gesto con la cara, se había dado cuenta, o eso creí. Me dice “Vos sos el de la tele ¿En que canal era?”… bárbaro, el pibe no me conocía ¡A mi! No me pude aguantar la risa. Largué un par de carcajadas. “No”, le dije, “soy el futbolista”. Quería darle una oportunidad para que me sacara, no quería dejarlo como un boludo por no conocerme. Volvió a hacer ese gesto. “Si… el que juega en Banfield”. Me reí mientras le decía que no con la cabeza. El se disculpó explicando que no era muy futbolero. Y ahí nos quedamos un minuto en silencio, me había quedado pensando en la probabilidad de que pasara eso… de que alguien no me conozca.
Fue entonces que hizo ese otro gesto. Con eso me sacó de mis pensamientos. Me quedé esperando a ver que pasaba. Casi riéndose me dijo “¿Me dejás pasar?”.
Lo dejé pasar nomás, y se fue, así nada más. Menos mal que no le dije nada por no conocerme. Pobre, ya tiene bastante con eso.

domingo, 2 de enero de 2011

Nunca ves todo el control

Esto que estoy publicando lo tenía escrito hace un montón, era una idea que no me dejaba dormir. Se supone que juega con la infinidad de significados que se la puede dar a una palabra según la entoncación. Tiene bastante que ver con la teoría de Bajtin (capo de los capos). O por lo menos eso es a lo que apunto. Mi inspiración se desprende de un tema de Spinetta también ("un pájaro te sostiene") que tiene una letra bastante repetitiva pero que, a mi parecer, cambia siempre la entoncación, por lo que dejan de ser las mismas palabras.


-Ya está.
-¿Entonces?
-Pará.
-¿Entonces?
-Bueno, dale.
-¿Entonces?
-¡Y dale!
-¿Entonces?
-Está bien.
-¿Entonces?
-Apurate.
-¿Entonces?
-Pero dale.
-¿Entonces?
-Dejá.
-¿Entonces?
-Jodete.
-¿Entonces?
-Ya está.